Nosotras las pibas

Pensando el 8M – Paro Internacional de Mujeres

 

 

Por Eva Reinoso

 

Las pibas a quienes silencian, a quienes abusan y a quienes se les instala desde chicas una condición de vulnerabilidad frente a la vida por el simple hecho de ser mujeres, pobres y con pocas oportunidades, decimos BASTA!

Vivir en una villa te limita en muchos aspectos, la desigualdad de oportunidades para acceder a nuestros derechos más básicos provoca cierta resignación y en  la mayoría de los casos la búsqueda de autonomía falla y terminamos más expuestas, más vulneradas por hacer lo que sea para cambiar esa condición y no repetir las vidas explotadas y precarizadas de nuestras madres, padres y demás.

En mi caso siempre tuve claro no querer ser como mi mamá ya que a los 14 empezó a tener hijos y con 36 años ya tenía 8 ¿Qué onda con las pibas pobres que no queremos repetir esos patrones? ¿Cómo lo lograría yo?

Si en mi casa era vulnerable, en la calle lo fui más, pero tenía claro el objetivo, no quería repetir esa historia. Luego de varias temporadas en el sometimiento absoluto que pasé en la cárcel, donde pude generar vínculos, terminar el secundario, donde  descubrí y comprendí que si había sobrevivido a eso podía hacer cualquier cosa que me propusiera. Y me convencí pese a todas las limitaciones que tuve al salir del penal. Después de un tratamiento de 1 año para recuperarme de la adicción, embarazada y habiendo dejado la delincuencia, que hasta ese momento era lo único que había hecho para conseguir dinero, sola y con una panza de varios meses y sin un peso dije: ¿Y ahora qué hago? Se venía mi cumple y aparte de la amargura por estar así sin saber si iba a comer al otro día con los $200 que había pedido  prestado, hice pastelitos. Nunca lo voy a olvidar. Hice 8 docenas, 4 de batata y 4 de membrillo. Me fui con el tupper a Plaza de Mayo, esa fiesta del 25 de Mayo que duró 3 días. En 20 minutos vendí todo, al otro día volví con 15 docenas, y el último día volví con 35 docenas ¡vendí todas! Con lo ganado invertí para hacer comida al mediodía y empecé a vender  en una obra, y así se inició mi autonomía. Hoy sigo con el objetivo firme de no repetir a mi vieja, a mi abuela y a todas aquellas que intentaron instalarme que tenía que conseguir a un viejo con plata como decía mi tía, porque muchas opciones no tenía. Lo logré, logré mi autonomía, logré correrme del lugar de vulnerable y de resignación, de que mi vida fuera eso y que debía acostumbrarme. Logré mantenerme firme en mis convicciones, valerme por mí misma y no volver a lugares donde la pasé mal, re mal.

 

 

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Editorxs Tinta Revuelta

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